ADULTOS SIN MANUAL DE INSTRUCCIONES

Si sos un adulto con dificultades en tu organizacion, pero no por exceso de tareas sino por que sos capaz de hacer complejo lo mas sencillo, tal vez puedas encontrar algunas cosas utiles aqui.
Si sientes que un motor esta encendido sin poder silenciarlo, o que tu motivación se escurre y te aburres demasiado pronto... Si haces mil cosas pero pocas terminas...

Si las listas de tareas incompletas te superan, si quisieras tener un mes más en el año porque jamás llegas a tiempo, tal vez aqui te encuentres.
Si olvidas tus llaves, tus telefonos, tus compromisos, lo que te han dicho o ibas a decir....la cara del mozo, el nombre de la mujer de tu socio....estas en el horno si sos un adulto. Pero puede que tengas TDAH.
Si te sientes irresponsable, avergonzado, humillado y por sobre todo desconcertado porque por momentos tu funcionamiento parece exactamente igual que el del resto....
Tal vez aqui encuentres una pista. Si recuerdas el link...
Aquí estoy para a ayudarte a que lo recuerdes. Te espero en este espacio, para que entres, leas, comentes, compartas con otros y siempre regreses por mas!
Nos vemos
Norma Echavarria
Médica Psiquiatra

martes, 15 de noviembre de 2011

Jugando a las escondidas. MARIEL VI

Mariel parece seguir jugando a las escondidas hoy, como lo hizo siempre.

Me mantuvo entretenida, sin dejarme espacio para que les cuente su historia. como si sospechara que tarde o temprano deberá enfrentarse a hacerlo.
Donde nos habíamos quedado?
Ah...
Después de un impasse de años de noviazgo, se comprometieron al mes de reencontrarse y en dos meses estaban casados.
Todo lo decidió rápido. 
Siempre pateando tableros, y armando y desarmando rompecabezas.
Y como no hubo ni templo ni iglesia, se vistió de negro, cierto. Habrá sido ese el punto en el que quedamos?

Porque Mariel marea a quien se encuentra con ella.
Mariel vive aún hoy jugando a las escondidas.

Después de tanto jugar a la doctora, terminó con un diploma en la mano. Si, terminó su carrera, en seis años, con una materia libre, y muchos dieces.
Con apellido de señora en la libreta, porque así lo quería ella. Susanita y doctora.

Y la pobre Mariel tan distraída, lo tomó cual otra de sus tantas aventuras en simultáneo.
De la mención de Honor, se desayunó, dos años después de haberse graduado.
Mariel jamás compitió por medallas. competía contra ella misma, y lo hacía duramente y todo el tiempo.
Y su jueza interior vivía reprobándola en todo. Criticándola ferozmente, mandánlola a reñidos repechajes.
Así los desafíos la fueron haciendo mas una superviviente que una débil damicela de cuento. Músculos le salieron de tanta pelea consigo misma.

Pero Mariel, estaba mas preocupada por su maternidad, que por la Residencia.
 Ese entrenamiento exigente que viene después de recibir el título de médico.
Elena, su gran amiga, iba al hospital y contaba con un entusiasmo parejo. Envidiable, estable y sereno.
Elena salió de la carrera sabiendo como la mayoría cual era el capítulo siguiente.
Mariel no tenía ni idea.
Nuestra amiga viajaba en montañas rusas mentales, casi como esas que en la vida real detestaba.
Siempre lo hizo.
Cuando era aún una niña, pasaba  horas desarrollando las escenas de sus juegos.
Armaba, desarmaba, acomodaba y todo el tiempo se le iba en preparativos.
Nunca llegaba a tener mas de 5 minutos de juego, que la llamaban a bañarse y ponerse pijamas.

Jugar no le era nunca tan emocionante como reencontrar el entusiasmo perdido...sólo que siempre era en algo diferente, abriendo caminos que otros circularían...





Y pareciéndole casi una historia sin fin, allí sentada mirando por la ventana, su mente viajaba a millas de distancia, si saber adonde..
Jamás quedandose inmóvil.
Ni mientras dormía, porque hasta las sábanas y las mantas, amanecían siempre hechas un nudo, de tanto que movía sus piernas. Correría en sueños como en vigilia?

De grande también jugaba.
La entusiasmaba cambiar muebles de sitio, y sorprender a su joven marido.
El tan joven como ella, decidió acoplarse a esa energía hasta encontrar su propio sitio. Algo que le llevó unos años. El iba en càmara lenta.

La vida de médica le resultaba aburrida.
La vida de su casa, de cocinar, de planchar, de jugar a la mamá era mucho mas divertida. Ella podía poner y sacar lo que le parecía.
Pintaba, y luego tejía, cosía, y empapelaba.
Luego volvía a pintar, y a plantar en macetas, que acumulaba ansiosa de rodearse del verde que tanto añoraba del parque perdido.

Ir al Hospital le daba dolor de panza.
Era enfrentarse a ver como los médicos, trataban a los pacientes sin paciencia, sin cuidado, y con demasiada omnipotencia. Mariel, es aún hoy una romántica e idealista. Y madraza hasta de los que no eran sus propios hijos.

Se preguntaba, en medio de  viajes galácticos, si otra vez huiría.
Acechada por la desmotivación, una vez que llegaba a una meta, tenía que tener otra nueva enfrente.
Porque la desmotivación era cual criptonita.
Y la desinflaba como si pinchando un globo de goma.

Teniendo su propia niña, una que pudo amamantar todo lo que quiso, le costaba sentirse cómoda sin ella a cuestas.
Y danzaba en sueños, mientras Adela crecía.
Mariel tenía mas permisos para recrearse en su infancia. Eran dos niñas creciendo juntas.

Adecuo su vida a la de una cría que empolló obedeciendo su llamado de amor incondicional de mamá gallina.
Y antes de los 30 ya tenía tres lindísimos niños.

Que difícil le fue siempre entender a otras mujeres, quejosas por las molestias del embarazo, o los dolores de parto, o el sobrepeso.
Ella nunca imaginó sentirse tan plena.
No sólo eso, sino que su mente despejada y sus emociones establecían un equilibrio desconocido.
Una sonrisa vivía dibujada en su rostro, mientras lucía hermosas panzas y amamantaba bebes.
Y sus piernas bailaban a ritmo de Frutillitas.
Nada le generaba cansancio. Ni su cuerpo tardaba en retomar su figura. Porque Mariel, paría y seguía viaje, sin detenerse en pequeñeces femeninas.

Sin embargo su vida seguía siendo como una carrera de obstáculos. Una que la desafiaba constantemente.
Como sus cambios internos.
Lo único que se mantuvo sin oscilación alguna, fué el amor hacia sus hijos.
Ellos, su casa y el estudio eran su ùnico refugio.
Todos, sitios sin amenaza.

El sol, las tardes, el agua, las plantas, los fideos amasados que colgaban del barral de la cortina...
Los diseños nuevos, las herramientas que compraba como lo hacía con su padre de niña, y que usaba, mejor que muchos señores de capa y sombrero.
Era un híbrido de madre-mujer universitaria-constructora-arquitecta-esposa-amiga.
 Pero estaba escondiéndose para no salir a la arena del trabajo.
No quería salir a escena... cuando llegaba el momento, aparecía otra cohartada..
Podría Mariel tener miedo acaso?
Años después de esta etapa, en medio de cafes y pañuelos de papel, junto a Elena, concluimos que Mariel jugaba a las escondida aún de grande...



continuara.....

Norma C. Echavarria
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